Coincidí con Paulín Amorós, un maestro
del revelado y positivado de fotografía y especialmente del blanco y negro, me
comento que seguía ejerciendo y enseñando el proceso de laboratorio, un trabajo
admirable que contribuye a que esta técnica artesanal no desaparezca.
Ésta foto viene a cuento, los carteles publicitarios anuncien una famosa
marca de película analógica. Recordando que tomar fotos con carrete de 24 o 36 fotogramas
era un acto de reflexión, encuadramiento, luz y velocidad, para que la imagen
disparada fura aceptable y creer intuitivamente en el disparo, sin tener de
repetirla, pero la incertidumbre de no saber el resultado del trabajo hasta que
la magia del positivado diera su fruto, un valor importante a cada “clic”, a
veces, unes notas sobre las mesuras de diafragmas y otros, ayudaban a saber la
reacción final de la exposición i rectificar en una próxima vez, si se repite la
ocasión.
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